A pesar de que la radiactividad se descubrió ya en 1886, sigue siendo un tema de gran misterio y debate. En este artículo, exploraremos cómo los científicos se dieron cuenta por primera vez de que algunos elementos emiten radiación y cómo aprendieron más sobre ella a partir de ahí.
En 1886, Henri Becquerel descubrió la radiactividad.
En 1886, Henri Becquerel descubrió la radiactividad por accidente. Estaba estudiando el efecto de la luz solar sobre las placas fotográficas y observó que, incluso cuando se envolvían en papel negro, se empañaban. Becquerel realizó más experimentos con sales de uranio y descubrió que los cristales de sal de uranio brillaban intensamente durante largos periodos de tiempo tras la exposición a la luz o incluso al calor.
En 1896, Marie Skłodowska Curie acuñó el término “radiactividad”.
El término “radiactividad” fue acuñado por Marie Skłodowska Curie en 1896, quien también descubrió que el uranio emitía rayos. Compartió el Premio Nobel de Física de 1903 con su marido Pierre y Henri Becquerel por sus investigaciones sobre la radiactividad.
Rutherford descubrió otros procesos radiactivos.
Rutherford descubrió otros procesos radiactivos. En 1911, descubrió que la desintegración del radio producía átomos de helio. Esto demostró que un átomo podía romperse en partes más pequeñas. Al año siguiente, Rutherford y Frederick Soddy demostraron que los materiales radiactivos estaban formados por átomos con diferente número de protones en sus núcleos; por ejemplo, el uranio tenía 92 protones pero el torio tenía 90. También descubrieron que la transformación de un elemento en otro no siempre implicaba la adición o eliminación de un protón de su núcleo; a veces había algo más que esto para que un elemento fuera diferente de otro.
En 1913, Rutherford descubrió una partícula más pequeña que el átomo: el protón (una partícula con carga positiva). Utilizó partículas alfa (núcleos de helio) disparadas contra finas láminas de oro como objetivos y descubrió que la mayoría se desviaban directamente hacia atrás; algunas se desviaban lateralmente hasta 1 grado, pero ninguna pasaba directamente o rebotaba en ángulos superiores a 90 grados.
En 1919, Ernest Rutherford demostró que los átomos podían romperse artificialmente bombardeándolos con partículas alfa.
Las partículas alfa estaban formadas por dos neutrones (que no tienen carga eléctrica) y dos protones (que tienen carga eléctrica positiva). El descubrimiento de Rutherford de que estas partículas subatómicas podían detenerse artificialmente con “papel” llevó a la conclusión de que los átomos no eran indestructibles. El experimento de Rutherford también demostró que la masa o el peso de un átomo se concentra en su núcleo y no se distribuye uniformemente por todo su volumen como los científicos creían anteriormente.
No sabemos mucho sobre los impactos de la radiación en la salud a largo plazo.
Entonces, ¿qué nos queda por aprender sobre los impactos de la radiación en la salud a largo plazo? Bueno, hay mucho. No sabemos cuánta exposición a la radiación es segura para los adultos y los niños. Tampoco está claro si ciertos tipos de radiación son más perjudiciales que otros, o si las dosis más altas causan más daño que las más bajas. Pero hay una cosa que los investigadores sí saben: si te sientes mal después de haberte expuesto a la radiación en el trabajo o en tu casa, lo mejor es que acudas al médico de inmediato.
Conclusión
Hay muchas razones por las que no conocemos todos los efectos de la radiación en la salud humana, pero una cosa está clara: tenemos que seguir investigando este tema. Se lo debemos a nuestros futuros hijos y nietos para saber más sobre cómo funciona su cuerpo en relación con la radiactividad. Esperamos que este artículo te haya ayudado a entender lo que hemos aprendido hasta ahora.