Los juguetes educativos son tan antiguos como los juguetes mismos, ylas ventas de los juguetes educativos englobados en el concepto STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas, por sus siglas en inglés)no han parado de crecer debido a las aspiraciones de desarrollo de competencias en los niños, no obstante, no tienen gran peso sus afirmaciones acerca de la capacidad que tienen para enseñar lo que sustentan.
Un ejemplo muy bueno es el del robot Botley, un pequeño robot fabricado en plástico por la empresa LearningResources que, según menciona la misma compañía, por poco menos de $60 USD, de acuerdo con su venta en Amazon, puede enseñar a los niños tan jóvenes como de 5 años a programar códigos informáticos en cuestión de minutos. Lo cierto es que, aunque el control remoto del robot permite asignar un camino de navegación compuesto por bloques con acciones como ir hacia adelante o girar, la línea entre el marketing y la realidad se vuelve bastante borrosa al quererse aproximar al aprendizaje de las habilidades STEM.
Numerosas empresas suelen hacer afirmaciones bastante comprometedoras sobre los juguetes que fabrican, oscilando entre el atrevimiento y la fantasía, pues aseguran que sus productos enseñarán a los niños acerca de ingeniería, química, robótica, entre muchas otras materias, y las ventas en esta industria siguen disparándose aún sin tener evidencia que soporte estas aseveraciones. ¿Será verdad o moda? Todos quieren que sus hijos sean unos genios y tal vez ese es el problema por el cual se hacen aserciones sin escrúpulos. Con la esperanza de que puedan suplementar de algún modo el aprendizaje escolar de sus hijos, los padres acceden a comprar estos productos, lo que dificulta que sean escépticos a pesar de que no haya pruebas.
Un juguete del tipo STEM no necesariamente enseñará a un niño más de lo que lo haría un juguete normal, sino que hará que se enganche más en esas áreas, sin embargo, la ansiedad acerca de la pérdida de empleos por falta de desarrollo de competencias ante candidatos más aptos (que a veces son internacionales), eventualmente llegó hasta la industria de juguetería, lo que causó la emergente cantidad de etiquetas STEM en sus productos. Es importante mencionar que las regulaciones para esta industria no son estrictas y permite que las empresas no tengan que probar la eficacia de sus productos ni de sus afirmaciones pues pocos investigadores han estudiado el impacto de este tipo de juguetes como para dar fe de lo que dicen ser.
De acuerdo con HassingeryHirsh (2019), si los juguetes y juegos con metas de aprendizaje pueden desarrollar cerebros más inteligentes, tal vez las empresas podrían diseñar productos que concuerden con las características que apoyan esta idea, no obstante, el marketing ha invadido todas las áreas de nuestras vidas y, con la esperanza de obtener el valor comercial del aprendizaje, han capitalizado todo. Hay muchos ejemplos de “ejercicios mentales” en la literatura científica pero casi ninguno ha sido lo suficientemente estudiado ni sustentado adecuadamente hasta el momento.
¿Entonces cuál es la solución? Hasta ahora, los mejores juguetes para impulsar el aprendizaje son aquellos que requieren que el niño permanezca activo, enganchado, significativos, que inspiren a la colaboración social y cuenten con un objetivo de aprendizaje claro. Aunque hay mucho de lo que tener cuidado, muchos juguetes STEM son beneficiosos, siempre y cuando los padres adapten sus expectativas y no den por hecho que son el milagro de nuestra era para el desarrollo de la inteligencia de sus hijos. Simplemente, podemos darnos cuenta de que algunos de los juguetes más antiguos son los que siguen en el mercado, con sus variantes, y eso es por una razón: los juguetes simples pueden ser considerados STEM no sólo por una empresa, sino sólo por el hecho de que enseñan los cimientos del aprendizaje, tal como las formas, el por qué un edificio se derrumba cuando una pieza más grande se pone sobre otra, etc., lo cual es base para entender la función de los algoritmos y temas más complejos.
En un estudio realizado por Muentener et al. (2018), analizaron por 9 meses a 130 niños que tenían entre 5 y 19 meses de edad y demostraron que vale la pena tomarse en serio los juegos infantiles ya que, las diferencias individuales en la infancia pueden tener implicaciones importantes para nuestra comprensión del coeficiente intelectual, a largo plazo, con la posibilidad de identificar a los niños en riesgo e intervenir en su desarrollo cognitivo.
Lo anterior significa que los juguetes STEM no enseñan ni enseñarán a los niños a programar a nivel básico en cuestión informática, pero sí permitirán que se diviertan y descubran sus intereses, pues lo importante es que estos juguetes los orienten a preguntarse a sí mismos cómo funciona el mundo a su alrededor y el por qué.
Bibliografía
- Hassinger-Das B, Hirsh-Pasek K (2019). Brain Training for Kids: Adding a Human Touch. 2019:cer-01-19.
- Muentener, P., Herrig, E., & Schulz, L. (2018). The Efficiency of Infants’ Exploratory Play Is Related to Longer-Term Cognitive Development. Frontiers in psychology, 9, 635.