El hormigón es un material de construcción muy conocido en la actualidad. Sin embargo, no es un invento moderno, pues ya era utilizado por los egipcios y los antiguos romanos.
Pero, en la antigüedad, este material se elaboraba un poco diferente al hormigón que conocemos hoy en día, sobre todo por los componentes de unión.
La principal diferencia entre el hormigón que se encontraba en las civilizaciones clásicas y el hormigón premezclado moderno, es el aglutinante.
Del mismo modo, los romanos dominaron a la perfección el uso del hormigón en la construcción y lo utilizaron para construir acueductos, puentes y túneles.
¿Cómo era la antigua producción de hormigón?
Anteriormente, el hormigón se preparaba con agua, agregados de piedra, yeso, cal y ceniza volcánica (en zonas donde era posible conseguirlas).
Y, en lugares alejados de los volcanes, se utilizaban tejas desgastadas molidas. Pero, la adición de ceniza volcánica, convertía al hormigón en un material impermeable y que posteriormente se conoció como piedra artificial.
¿Cuándo se inventó el hormigón?
El hormigón se utilizó en la construcción en Asiria y luego en la antigua Roma (alrededor del 200 a.C). Pero, ya en la antigüedad se utilizaba una mezcla de arena, piedras pequeñas y mortero de cal, para unir piedras en mampostería y bóvedas.
Vale la pena indicar que existen evidencias de que el hormigón (o un material muy parecido a él), ya era conocido por muchas civilizaciones antiguas.
Los vestigios más antiguos del uso del hormigón en la construcción, se remontan al año 7000 aC. En Israel, por ejemplo, se descubrieron estructuras con suelos de hormigón y fragmentos de paredes.
También se encontraron pisos similares en cabañas de pescadores en Serbia. Sin embargo, son los romanos quienes se consideran maestros en la producción y uso del hormigón.
Se dice que el inventor del hormigón fue François Hennebique, quien ideó un sistema convincente para elaborar este material.
Fue en 1879, cuando vertió su primera losa de hormigón armado y en 1892 se construye el primer edificio producto de esta unión.
El hormigón armado dio una nueva vida al material, cuando el ingeniero Ernest Ransome lo vertió sobre barras de hierro y de acero, con el objetivo de mejorar su resistencia a la tracción.
Qué significa el hormigón respecto a la construcción
Las actividades de construcción, sobre todo en estructuras de hormigón, incluyen la extracción de materias primas, la producción de materiales y componentes, el proceso de construcción, el mantenimiento y finalmente la demolición y el reciclaje.
Dependiendo del tipo de estructura de hormigón, se debe formular un conjunto de criterios ideales para evaluar cada estructura: puente, camino o edificio.
La durabilidad, la seguridad y la facilidad de uso, también son criterios extremadamente importantes para la confiabilidad de la estructura.
Actualmente, estos elementos son básicos en el proceso de diseño del hormigón, sin embargo, en el pasado, se trataron de forma diferente y no con la jerarquía de hoy.
Por otro lado, recordemos que el problema de la durabilidad en el diseño de estructuras de hormigón (también denominado diseño para la vida útil), se basa en estudios fisicoquímicos, con especial énfasis en el tema de los productos químicos.
Repercusión ambiental del hormigón
El hormigón es considerado como un material destructivo para la Tierra, aunque destaca por sus dotes estéticos y efectividad en la construcción.
Por ello, se debe considerar y cuantificar el impacto ambiental de cada etapa y de forma conjunta. Es que todo el ciclo está relacionado con diversos aspectos.
Entre ellos, tenemos el calentamiento global, consumo de energía y materias primas, emisión de residuos, contaminación del aire, agua y suelo, generación de ruido y vibraciones.
Estos daños que ha producido este material en el ambiente, repercuten considerablemente en la calidad de vida de las personas y animales.
Pero, no podemos dejar de lado que el hormigón continúa siendo un material básico de construcción. Aunque, el futuro de la industria del hormigón está estrechamente relacionado con la reducción de los impactos negativos sobre el medio ambiente.
Todo esto ha originado una llamada de atención en la construcción a nivel global, por lo que los gobiernos del mundo están dispuestos a abordar este tema.
Recordemos que uno de los materiales más usados y que a su vez es componente clave del hormigón es el cemento, considerado además como la piedra angular de la construcción.
La demanda de este tipo de material ha aumentado en los últimos años, debido al alto desarrollo económico y urbanístico de muchas regiones.
Estudios recientes demuestran que cada año se producen más de 4.000 millones de toneladas de cemento, lo que a su vez representa cerca del 8% de las emisiones mundiales de CO2.
Por otro lado, en la producción de hormigón no solo se utilizan áridos naturales, sino también residuos industriales como cenizas volantes, escoria de alto horno, polvo de sílice y otros.
Es por ello que el tema del impacto del hormigón en los seres humanos y el medio ambiente, sin duda es algo muy importantes.
Debido a los requisitos medioambientales, los fabricantes deben reducir el impacto medioambiental en los diversos procesos de producción hormigón
A tal efecto, podrán utilizar áridos reciclados y mezclas de cemento con alto contenido de aditivos minerales o limitar el agua utilizada en los procesos.
Las acciones para reducir el impacto de la industria del cemento y el hormigón en el medio ambiente, son fundamentales para garantizar un ecosistema seguro para futuras generaciones.
Es que se hace necesario la reducción de las emisiones de dióxido de carbono y del consumo de agua, además de más proyectos de biodiversidad.
Con estas acciones, las repercusiones ambientales derivadas de la producción y uso del hormigón sin duda serán menores.
¿Cómo lograr reducir el impacto del hormigón desde el punto de vista técnico?
Técnicamente, existen diferentes soluciones muy eficaces que permiten reducir las emisiones asociadas con la producción del hormigón, pero deberán desplegarse a escala para hacer frente al desafío de la descarbonización.
Entre las soluciones más conocidas, destacan los combustibles fósiles que pueden ser reemplazados por otras alternativas menos contaminantes (ecológicas).
Además, el CO2 emitido de los procesos puede ser capturado y almacenado. También se puede incrementar la eficiencia energética de las plantas procesadoras con energías renovables.