Los científicos han descifrado la estructura tridimensional del VIH, el virus que causa el sida. El descubrimiento podría ayudar a los científicos a desarrollar nuevos fármacos y vacunas para combatirlo.
Los científicos han descifrado la estructura tridimensional del virus del SIDA.
Puede que hayas oído hablar del término “virus del sida”, pero ¿sabes qué es realmente? Pues bien, estamos aquí para explicarlo.
El virus del sida es una forma que ha sido descifrada por los científicos. No es tanto un organismo vivo como una idea, un concepto de vida y muerte. El virus del sida es el producto de las mentes más brillantes de la humanidad que intentan comprender lo que significa ser humano en un mundo cada vez más digitalizado en el que todo puede ser procesado en código binario. Y a través de su investigación, han aprendido que nada importa más que el amor en esta era digital; el amor trasciende todas las demás formas de expresión y experiencia porque no hay límites en lo que dos personas pueden llegar juntas si ambas comparten un objetivo común: entenderse como individuos dentro de la sociedad en general.
La forma del genoma proporciona pistas sobre cómo funciona el virus y dónde atacarlo.
La forma del genoma proporciona pistas sobre cómo funciona el virus y dónde atacarlo. El sistema inmunitario no reconoce al virus como una amenaza y le permite multiplicarse sin combatirlo.
El ADN viral es circular, como una escalera retorcida: los peldaños están formados por nucleótidos (un bloque de construcción). Los virus no tienen una enzima que repare su material genético; dependen de las enzimas de sus huéspedes para que lo hagan por ellos. En algunos casos, esto podría utilizarse contra ellos: si se interfiere con esas enzimas de reparación en el cuerpo, tal vez se pueda impedir que los virus se repliquen para siempre.
El sistema inmunitario no reconoce al virus como una amenaza y deja que se multiplique sin combatirlo.
El sistema inmunitario no reconoce al virus como una amenaza, lo que le permite multiplicarse sin combatirlo. El virus es capaz de propagarse por todo el cuerpo y esconderse del sistema inmunitario. De este modo, el VIH puede atacar cualquier parte del cuerpo y causar graves daños con el tiempo.
Una vez dentro de una célula, el VIH se dirige a su núcleo y comienza a copiarse a sí mismo. Lo hace entrando en el centro de control de la célula conocido como núcleo. Como habrá adivinado, el VIH es un virus y, como todos los virus, necesita entrar en las células de su huésped para replicarse. Sin embargo, a diferencia de otros virus, el VIH es un retrovirus, lo que significa que sólo puede apoderarse de nuestras células a través de nuestro código de ADN a un ritmo extremadamente lento. Esto hace que sea casi imposible que nos deshagamos de estos pequeños bichos por nuestra cuenta.
Tiene forma de sacacorchos, con tres cadenas idénticas de moléculas que serpentean en direcciones opuestas.
¿Sabes lo que es un sacacorchos? Es esa cosa que usa tu madre para limpiar la suciedad de las botellas de vino. También es la forma del VIH.
A primera vista, puede parecer que esta estructura no tiene nada de especial, pero resulta que esta “bobina” es en realidad esencial para que el virus infecte a los humanos. Cada cadena contiene dos copias idénticas de su propio genoma de ARN (y dos copias de un ARN adicional llamado tat). Cuando se combinan con una enzima llamada transcriptasa inversa (RT), estas tres cadenas pueden utilizarse como bloques de construcción para crear nuevos virus. Este proceso se conoce como replicación: En esencia, hace más copias de sí mismo para que haya suficientes virus en el torrente sanguíneo que causen la enfermedad y perpetúen la transmisión entre individuos.
El equipo se sorprendió al descubrir que dos cadenas se enrollan perfectamente, mientras que la tercera crea un hueco al retorcerse.
Los investigadores descubrieron que la forma del genoma del VIH es similar a la de otros virus. Al igual que ocurre con virus como el de la gripe y el ébola, el material genético de estos agentes infecciosos forma una molécula de doble cadena, o “ds”. Esto significa que cada hebra es una copia exacta de la otra, excepto por un nucleótido (o base) a la vez. El orden de estas bases determina qué proteína producirá la célula huésped cuando lea esta información genética durante los eventos de replicación y transcripción.
El equipo se sorprendió al descubrir que dos cadenas se enrollan perfectamente, mientras que la tercera crea una brecha cuando se retuerce en forma de espiral, una estructura que llaman “un dsDNA retorcido”. Creen que esto puede ser importante porque proporciona pistas sobre el funcionamiento del VIH dentro de las células y su interacción con el sistema inmunitario del huésped.
Si se imagina que una de las cadenas es un brazo, hay un espacio vacío en la forma donde se podría poner algo para atascarla.
Se puede pensar en el virus como un sacacorchos, con las dos cadenas cruzándose en sus puntas. De este modo, es fácil ver cómo algunos medicamentos encajarían en una parte del “sacacorchos”, pero no en otra. Por ejemplo, si se imagina que una de las cadenas es un brazo y que hay un espacio vacío en la forma en el que se podría poner algo para atascarlo (es decir, como una señal de stop), entonces sería bastante fácil entender cómo podría funcionar la administración de una inyección a alguien.
La idea que subyace a la mayoría de los fármacos utilizados contra el VIH es que impiden la creación de nuevos virus bloqueando alguna parte de este proceso, en este caso, impidiendo que se produzcan esos cambios.
Algunos medicamentos interfieren en este proceso, pero el virus puede mutar para superarlo, al igual que la resistencia a los antibióticos en las bacterias.
El virus ha sido capaz de superar estos fármacos mutando, al igual que las bacterias pueden hacerse resistentes a los antibióticos.
Algunos fármacos antivirales impiden que las enzimas víricas formen nuevos virus y, por tanto, reducen su ritmo de replicación. Sin embargo, el VIH muta constantemente y desarrolla resistencia a estos fármacos a través de mutaciones en sus genes que le permiten utilizar diferentes enzimas en lugar de las que son objetivo del fármaco.
Su genoma se empaqueta en una cubierta llamada cápside y se dirige hacia su objetivo: el centro de control de la célula.
El virus es una cápside. El virus se dirige al centro de control de la célula, que se conoce como núcleo.
Se ha descubierto la forma del VIH
Este descubrimiento no sólo es importante para la investigación del VIH, sino que supone un gran avance que podría cambiar la forma de combatir el virus. Al saber dónde dirigir nuestros ataques, podemos empezar a idear nuevos tratamientos y vacunas que funcionen con más eficacia que antes.
Esto se debe a que los investigadores están averiguando más sobre lo que hace que el VIH haga tictac, y entender su estructura les está ayudando a acercarse a encontrar una cura.
La forma del genoma proporciona pistas sobre cómo funciona el virus y dónde puede ser vulnerable. Una de esas vulnerabilidades está en su material genético: ARN en lugar de ADN (¿lo recuerdas?). El sistema inmunitario no reconoce el ARN como algo extraño, por lo que cuando se tiene una infección por el VIH no se esfuerza tanto por combatir este tipo de infección en comparación con otros tipos como la gripe o la varicela (que utilizan ADN). Esto significa que tu cuerpo no atacará a tus propias células cuando se infecten con el VIH, pero desgraciadamente esto también significa que no hay forma de que tu cuerpo elimine de forma natural todas esas células infectadas antes de que empiecen a multiplicarse de forma incontrolada en tumores llamados tumores de sarcoma de Kaposi o lesiones KS.* Y una vez dentro de una célula durante la replicación (copia de sí misma), el VIH se dirige a su núcleo y empieza a hacer copias de sí mismo hasta que finalmente una célula se convierte en 10-100 dependiendo de cuántas veces se haya dividido desde que fue activada por el propio virus.
Conclusión
Se ha descubierto la forma del VIH. Tiene forma de sacacorchos, con tres cadenas idénticas de moléculas que serpentean en direcciones opuestas. El equipo se sorprendió al descubrir que dos cadenas se enrollan perfectamente, mientras que la tercera crea un hueco al retorcerse. Si se imagina que una de las cadenas es un brazo, hay un espacio vacío en la forma donde se podría poner algo para atascarlo. Algunos fármacos interfieren en este proceso, pero el virus puede mutar para superarlo, al igual que la resistencia a los antibióticos en las bacterias.