Desde la antigüedad los seres humanos se han preguntado de qué están hechas las cosas. Y desde la época de la antigua Grecia también ha intentado organizar esos elementos; aire, agua, tierra, fuego.
Con el paso de los años (y de los siglos) algunos estudiosos (y después científicos) se fueron dando cuenta de que había mas elementos diferentes que componían las cosas; cobre, hierro, carbono, silicio,… Esto complicó mucho la tarea de organizarlos.
Durante todo el siglo XIX e hicieron distintas propuestas de organización de elementos y poder ver de forma sencilla en qué se parecen y en qué se diferencian.
La solución de organización definitva la aportó Dmitri Mendeleev. La gran idea de Mendeleev fue la siguiente;
ordenó todos los elementos conocidos de la época de menor a mayor peso (a la izquierda de la tabla los mas ligeros y a la derecha los mas pesados) pero de vez en cuando hacia saltos de fila para asegurarse que los elementos que quedaban en una misma columna tuvieran unas propiedades parecidas.
En esta tabla , Mendeleev, dejó huecos en blanco porque decia que esos huecos son de elementos todavía no descubiertos. Por ejemplo, debajo del aluminio tenía que existir otro elemento que debería cumplir con los requisitos de ;
- elemento metálico
- bajo punto de fusión
- densidad de 6 gr/cm3
Por estas afirmaciones, la tabla periódica no fue tomada muy en serio por la comunidad científica.
6 años mas tarde de la presentación de la tabla periódica, el investigador Paul Émile Lecoq descubrió un elemento, al que llamó Galio, que cumplía los siguientes requisitos;
- elemento metálico
- bajo punto de fusión
- densidad de 6 gr/cm3
Con su tabla, Mendeleev, sentó una de los pilares de la química moderna con una idea muy simple;
Las propiedades de los elementos presentan patrones y estos patrones se repiten periódicamente.
Una de sus frases mas conocidas es;
“Lo que la ciencia siembra, la gente lo cosechará.”
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