Partieron de la base del parecido que hay entre el funcionamiento básico del cuerpo humano y el de las ranas. Procedieron al experimento con un renacuajo al que extrajeron el ojo izquierdo realizando, acto seguido y en un medio especial,la implantación del ojo artificial creado, junto con sus respectivas células madres impregnadas en con una solución especial.
Una semana más tarde comprobaron que el el globo ocular del renacuajo ya había conectado de manera natural con los nervios ópticos y no presentaba ni un solo síntoma de rechazo.
Como curiosidad comentar que el equipo japonés ya había conseguido transplantar, con una técnica similar pero más simple, riñones artificiales a partir de células de rana.