30 de Noviembre de 1803, parte de España la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna que llevará la cura de la viruela a toda Hispanoamérica y Filipinas.

Tal día como hoy (30 de Noviembre) de 1803, parte de España la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna que llevará la cura de la viruela a toda Hispanoamérica y Filipinas.
      
La Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, también conocida como Expedición Balmis en referencia al médico español Francisco Javier Balmis, fue una expedición de carácter filantrópico que dio la vuelta al mundo y duró desde 1803 hasta 1806. 
     
Su objetivo era en principio que la vacuna de la viruela alcanzase todos los rincones del Imperio español, ya que la alta letalidad del virus estaba ocasionando la muerte de miles de niños.
     
 La intención no era solamente vacunar a la población local, sino establecer juntas de vacunación en las ciudades visitadas que garantizasen la conservación del fluido y la vacunación a las generaciones futuras. En 1805, con la aprobación de la Junta de Cirujanos de la Cámara, se promulgó una real cédula mandando que en todos los hospitales se destinase una sala para conservar el fluido vacuno.
     
El principal problema que se le planteaba a Balmis, a quien se le confió esta misión, era cómo conseguir que la vacuna resistiese todo el trayecto en perfecto estado. La solución se le ocurrió al mismo Balmis, y podría denominarse transporte humano en vivo. Iría a bordo un grupo de personas no vacunadas. A dos de estas se les inocularía el virus y se los separaría del resto. Hacia el final del proceso patológico se les extraería líquido de sus pústulas, destinado a las siguientes dos personas, y así sucesivamente hasta llegar a Sudamérica. No se buscaron voluntarios para esta cadena humana de virus; Balmis optó por llevar consigo 22 niños huérfanos (expósitos) de entre tres y nueve años.
     
Se considera la primera expedición sanitaria internacional de la historia. Se puede entender globalmente como «una caravana infantil con rumbo al Nuevo Mundo para transportar la vacuna y prevenir las epidemias de viruelas. Dando como resultado uno de los viajes más extraños que tiene como protagonista a la medicina y a la ciencia en el siglo XIX»
      
Como curiosidad comentar que el propio descubridor de la vacuna de la viruela Edward Jenner escribió sobre la expedición:
“No puedo imaginar que en los anales de la Historia se proporcione un ejemplo de filantropía más noble y más amplio que este.
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– Capitán
– digame
– que no nos dejan desembarcar
– ¿porque?
– porque dicen que la vacuna que traemos es extranjera
– ¿cómo?
– que quieren una vacuna autoctona
– ¿como?
– que si no es una vacuna autoctona no quieren saber nada
– pero si las enfermedades y las vacunas no tienen nacionalidad
– eso expliqueselo a ellos
– vaya… pero creo que tengo la solución…
– digame
– en el otro pueblo que hemos desembarcado no ha habido problemas
– cierto
– pues les damos las vacunas al otro pueblo para que se lo den a estos
– ¿no sospecharán?
– que les digan que es una vacuna 100% autoctona
– no pueden con su astucia, capitán
– no sea pelota, cabo, que no le voy a dar otra ronda de whisky
– vaya

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