Pese a que logró crear una imprenta en 1803, Koenig no tuvo madera de comerciante, y pese a querer convencer a impresores de la época de que su máquina representaba ventajas con respecto a las que se utilizaban en aquel entonces, los obstáculos técnicos y económicos lo llevaron a fracasar, lo que le impulsó a buscar mecenas que le dieran impulso a su proyecto.
Es justo este peregrinaje el que lo hace llegar a Londres en 1806, donde un año después logró firmar un contrato con el afamado editor Thomas Bensley para construir una imprenta a vapor, que sería adquirida por él si resultaba convencido de la utilidad de la máquina; sin embargo, la elevada inversión que significaba su desarrollo le obligó a buscar nuevos inversionistas, por lo que en 1809 signó un convenio con Richard Taylor y George Woodfall, época en la cual conoce a Bauer, con quien entabló amistad y que se convertiría en director de su taller.
Pero fue hasta 1811 cuando, tras registrar varias patentes, que este último logró presentar su imprenta a Fred Perry, propietario del Morning Chronicle, y John Walter II, dueño del Times. El primero desestimó las ventajas del invento, mientras que el segundo auguraba un futuro prometedor, ya que permitía imprimir ambas caras del papel con mayor velocidad, al incorporar un cilindro giratorio en vez de una placa metálica.
Tras encargarle la fabricación de dos máquinas en 1812, fue hasta el 28 de noviembre de 1814 cuando se logró tirar el diario gracias a la imprenta de vapor. Contento por el resultado, Walter dedicó una larga editorial para informarlo a sus empleados y lectores, además de explicar la importancia industrial y social de esta invención, lo que le da a partir de este momento una gran influencia, debido a que el tiraje del rotativo se incrementó de manera significativa, al pasar de 240 a 1.100 páginas por hora y extender la hora del cierre para la recepción de noticias.
Como curiosidad comentar que Koenig dejó un gran legado que perdura hasta nuestros días, tanto así que la empresa Koenig & Bauer Group (KBA) sigue siendo unos de los principales fabricantes de máquinas de impresión a escala mundial.