28 de Diciembre de 1852, nace en Santa Cruz de Iguña (España), Leonardo Torres Quevedo, ingeniero e inventor

Tal día como hoy (28 de Diciembre) de 1852, nace en Santa Cruz de Iguña (España), Leonardo Torres Quevedo, ingeniero e inventor español con numerosas patentes a su nombre.
       
Estudió el bachillerato en el Instituto de Enseñanza Media de Bilbao y más tarde fue a París, al Colegio de los Hermanos de la Doctrina Cristiana, a completar estudios durante dos años (1868 y 1869).
      
Comenzó a ejercer su carrera en la misma empresa de ferrocarriles en la que trabajaba su padre, pero emprendió enseguida un largo viaje por Europa para conocer de primera mano los avances científicos y técnicos, sobre todo en la incipiente área de la electricidad.
     
En 1902, Leonardo Torres Quevedo presentó en las Academias de Ciencias de España y París el proyecto de un nuevo tipo de dirigible que solucionaba el grave problema de suspensión de la barquilla al incluir un armazón interior de cables flexibles que dotaban de rigidez al dirigible por efecto de la presión interior. 
      
La experimentación de Torres Quevedo en el área de transbordadores, funiculares o teleféricos comenzó muy pronto durante su residencia en su pueblo natal, Molledo. Allí, en 1887, construyó en su casa el primer transbordador, al que llamó “transbordador de Portolín”, para salvar un desnivel de unos 40 metros: de unos 200 metros de longitud y tracción animal, una pareja de vacas y una silla a modo de barquilla.
      
Este experimento fue la base para la solicitud de su primera patente, que solicitaría ese mismo año, el 17 de septiembre: un funicular aéreo de múltiples cables,​ con el que lograba un coeficiente de seguridad apto para el transporte de personas y no solo de cosas.
     
Pero es sin duda el Spanish Aerocar en las cataratas del Niágara, en Canadá, el que le ha dado la mayor fama en esta área de actividad, aunque desde un punto de vista científico no sea la más importante. El transbordador de 550 metros de luz es un funicular aéreo casi horizontal (la diferencia de cota entre los dos extremos es de un metro) que une dos puntos diferentes de la orilla canadiense en un recodo del río Niágara conocido como El Remolino (The Whirpool).
     
En 1903, Torres Quevedo presentó el Telekino en la Academia de Ciencias de París, acompañado de una memoria y haciendo una demostración experimental. En ese mismo año obtuvo la patente en Francia, España, Gran Bretaña y Estados Unidos. El telekino consistía en un autómata que ejecutaba órdenes transmitidas mediante ondas hertzianas. Con el telekino, Torres Quevedo estableció los principios operacionales del moderno sistema de control remoto inalámbrico y fue un pionero en el campo del mando a distancia.
     
Torres Quevedo construyó toda una serie de máquinas analógicas de cálculo, todas ellas de tipo mecánico. Una de ellas es El Ajedrecista, presentado en la feria de París de 1914 y considerado el primer videojuego de la historia.
      
Como curiosidad comentar que en los últimos años de su vida Torres Quevedo dirigió su atención al campo de la pedagogía, a investigar aquellos elementos o máquinas que podrían ayudar a los educadores en su tarea. Patentes sobre las máquinas de escribir (patentes n.º 80121,​ 82369,​ 86155 y 87428​), paginación marginal de los manuales (patentes n.º 99176 y 99177) y las del puntero proyectable (patente n.º 116770 ​y el proyector didáctico (patente n.º 117853).
        
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– ¿que haces?
– Estoy acabando de construir un nuevo dirigible
– ¡Que interesante!
– voy a probarlo
– ¡buen viaje!
– Gracias, ¿te vienes?
– no sé, no sé…
– venga, animate
– es que…
– ¿a donde quieres ir?
– a Paría
– ¡vamos a París!
– ¡vamos!
– ¡arriba!
– ¡que bonito!
– ¡mira las nubes!
– si, precioso
– ¡mira , mira, ya llegamos!
– ¿cómo?
– ¡allí está la Torre Eiffel!
– no, no…
– ¡y el museo del Louvre!
– no, eso se parece mas a la Giralda de Sevilla
– ah…
– hemos ido hacia el otro lado
– vaya
– habrá que mejorar la dirección
– si

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